jueves, 21 de abril de 2011

Entrevista a Hamid Beyuki por la revista enDiálogo

“Estamos ante el principio de la transición”, pero “las reformas anunciadas son insuficientes”
Por Carmen Aguilar

En pocas horas, tomará un avión rumbo a Estrasburgo. Los viajes son una constante en su vida, de ahí que sus compañeros bromeen definiéndolo como “un Willy Fog”. Beyuki llegó a España en 1984, huyendo del régimen de Marruecos de Hassan II que lo había condenado a 30 años de cárcel por sus ideas políticas. Desde entonces, ha trabajado por el pueblo marroquí y por la eliminación de las discriminaciones raciales.


Fundó la Asociación de Trabajadores e Inmigrantes Marroquíes en España (ATIME), una de las organizaciones más sólidas del país, y se ha convertido en el primer inmigrante en España nombrado para ejercer un puesto oficial de representación del Gobierno español en el Comité contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI) en la Unión Europea.


Director de REMCODE, es, además, autor de decenas de artículos. Y aún le queda tiempo para dedicárselo a En Diálogo. Concertar la entrevista ha sido como hacer encaje de bolillos, pero no transmite urgencia. Beyuki se extiende para explicar su postura sobre el Marruecos actual; una opinión que se debate entre su inconformismo natural y la precaución que le han enseñado la experiencia y los años.

Pregunta- ¿Qué siente al ver a los jóvenes manifestándose en 60 ciudades de Marruecos para pedir democracia?

Respuesta- Orgulloso, contento, satisfecho y, sobre todo, que yo he sido víctima de la represión en Marruecos; he luchado por lo mismo, pero quizá nosotros no lo supimos hacer como las generaciones actuales. También el contexto internacional les ha ayudado, pues antes no existía Internet y ni siquiera hubo fotos de las intervenciones del Ejército.

P - Tras el discurso del rey el 9 de marzo, ¿estamos al inicio de la democratización?
R
- Yo creo que sí. Yo lo llamaría la apertura, no transición. La transición va a empezar ahora y va a requerir mucho consenso y debates; mucho esfuerzo por todas las partes: la monarquía, porque tiene el poder; los partidos políticos, tienen que avanzar porque el movimiento juvenil les ha pasado; las ONGs y la sociedad civil, que son las que están detrás de las manifestaciones y las que han demostrado estar más avanzadas que en el norte. Ahora empieza la transición. ¿Cómo acaba? Espero que seamos el modelo a seguir o a tener como referencia, para no tener ese egocentrismo que a veces se suele tener aquí en el norte.

P- El Rey habla de limitar los poderes de la monarquía, ¿son suficientes las reformas anunciadas? ¿No habría que centrarse en el artículo 19 de la Constitución (el que establece que el rey reina y gobierna)?
R -
En el debate abierto se plantean tanto el artículo 19 como el 20.3 (el del Príncipe de los Creyentes), porque ahí radican los poderes del Rey. Parece ser que éste dijo claramente que cedería poder a favor del Primer Ministro, lo que significa que emane de la mayoría parlamentaria y esa es la esencia de la monarquía parlamentaria. Así, el Primer Ministro nombrará las otras carteras. Un caso excepcional podría ser el de Asuntos Religiosos que puede estar relacionado con el Príncipe de los Creyentes.

Ahora bien, el debate previo es si se reforma la Constitución o se crea una nueva. En la manifestación del 20 de marzo le dijeron (al Rey) “No, no, no aceptamos esto. Lo que usted ha ofrecido es positivo, pero no suficiente”. Y si creamos una nueva Constitución, ¿quién va a elaborarla? ¿Una comisión de expertos? Hay quien dice que se necesita un pacto político, pues antes de hacer el vestido hay que diseñarlo. Tendríamos que consensuar políticamente qué tipo de Constitución queremos.

En mi opinión, las pequeñas reformas anunciadas se quedan cortas. La otra opción (elaborar una nueva Constitución) es radical y desestabilizadora. En una fase de cambio, de gestos positivos por parte de la monarquía desde hace 10 años (se refiere a partir de que Mohammed VI tomase el poder), creo que es el momento de ir hacia la transición, pero desde la legalidad vigente. No empezar de cero, porque cuesta mucho. Es la única parte de la experiencia española que tomo como referencia. La legalidad vigente puede ser la base y, a partir de ahí, consensuar y no crear una nueva constituyente que puede comprometer la Constitución. Si se conforma una mayoría islámica y conservadora, ¡marcará la Constitución! Lo mejor es un pacto donde estén representados todos: islamistas; mujeres; ONGs; representantes de los jóvenes; partidos políticos tradicionales, antiguos, fabricados, defabricados prefabricados… ¡Hay de todo en Marruecos después de tanto tiempo! (ríe). Y así, acordar qué tipo de Carta Magna queremos. Un pacto que empezará por reformar para llegar a una ruptura.

P - Como bien ha dicho, el Rey cede poder al Primer Ministro, pero el monarca no se despoja completamente del poder, ¿habría un problema de bicefalia?
R -
Sí, es uno de los riesgos. Sin embargo, lo que tenemos hasta ahora es que el Rey ha movido ficha, un gesto positivo. La calle ha sido tan ejemplar que le ha respondido el 20 de marzo con un “no”. Estamos ante movimientos de fuerza: la monarquía va a intentar no llegar al máximo y en la calle se le va a exigir el máximo.

El poder no se suelta de manera voluntaria. Cuando un rey se cansa, cede el mando a sus hijos y no al pueblo. Yo no deseo las reformas propuestas (se quedan cortas), pero tampoco estoy de acuerdo con empezar de cero. Hay una legalidad vigente que todos reconocemos: la monarquía; y hay cierta apertura y posibilidad para el consenso. El reto, ahora, pasa por confeccionar un proyecto de sociedad en el quepamos todos.

P - La comisión encargada de reformar la Constitución, ¿representa a toda la sociedad?
R - No. Por eso la comisión que escribe, los catedráticos constitucionales, debería ser lo menos relevante. Debe plasmar el acuerdo político de la sociedad. Tenemos que elaborar una ley que represente a todos, o a la mayoría posible, porque siempre habrá discrepantes, un sector inconformista, ¡que no viene mal! (ríe)

P - ¿Será un referéndum limpio el que apruebe la reforma de la Constitución?
R
- No creo que se atrevan a falsificar el referéndum. El pueblo estará vigilante. Aunque todos los referéndums en Marruecos han sido estilo árabe: el rey propone y el pueblo vota 99% a favor, porque los mecanismos del Estado se utilizan para conseguir el voto.

P - ¿Qué ha provocado el discurso de reformas? ¿Las manifestaciones? ¿Las revueltas árabes? ¿El proceso de regionalización?
R -
Estamos dentro de una región geográfica que comparte ese despertar árabe, tardío, pero de mayor calidad que otros despertares, dando lecciones de cómo hacer las revoluciones pacíficas. (Pero) Marruecos está en mejor situación para hacer bien las cosas. Hemos avanzado más, porque hace un año el Rey respondió al debate de regionalización y ha creado una comisión que, ahora, le ha venido como agua de mayo. Ha habido pasos importantes de apertura desde hace diez años, aunque también ha habido retrocesos, como las represiones contra medios de comunicación. Todos estos pasos le han venido bien al Estado para evitar un escenario parecido al tunecino o egipcio, que han provocado el estallido del movimiento para el cambio.

P - ¿Qué tienen de novedosas estas manifestaciones?
R -
Marruecos no ha conocido este tipo de manifestaciones aparentemente espontáneas pero bien organizadas. (…). En Marruecos se han dado levantamientos populares en ciudades concretas, pero no manifestaciones pacíficas. Hemos visto (marchas) en 60 ciudades, a pesar de la resistencia del Gobierno y de la manipulación por parte de sectores conservadores, sembrando dudas sobre sus intenciones (las de los manifestantes), tachándolos de traidores a la patria, de estar conectados con el (Frente) Polisario… Las estadísticas oficiales hablan de 35.000 manifestantes, aunque yo creo que más.

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